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La pubertad: un reloj a veces inexacto
Por Sebastián Castro
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El devenir en un ser adulto conlleva desafíos biológicos. El retraso puberal es una condición que puede traer consecuencias físicas y emocionales.
La pubertad es el proceso a través del cual una persona adquiere las características físicas y funcionales propias de un individuo adulto. Concretamente, implica la adquisición de los caracteres sexuales secundarios inherentes a cada sexo biológico, la transición a través de la última etapa de gran crecimiento y la ganancia de la capacidad reproductiva. Intrínseca a este proceso, se encuentra la maduración psicológica; factor fundamental para sobrellevar, cuando menos en forma aceptable, los cambios biológicos a los que hacemos mención. El cerebro alberga aquello que podríamos conceptualizar como un reloj, en este caso biológico. Es este reloj el que determina el momento en que se inicia la pubertad.
El suceso que marca el inicio puberal en los varones es el aumento del tamaño de los testículos por encima de los 2,5 cm de largo o de los 4 ml de volumen. A partir de este momento, se produce un incremento marcado del volumen testicular, hecho que refleja el aumento exponencial de la dotación de células con capacidad reproductiva. Ligado en forma irremediable, tiene lugar un gran desarrollo de la función endócrina testicular (secreción de hormonas como testosterona e inhibina B principalmente). La testosterona producirá la aparición de los caracteres sexuales secundarios del varón: crecimiento del pene, aparición del vello genital y corporal, desarrollo de bolsas escrotales más rugosas, oscuras y de mayor capacidad; profundización de la voz, etc. Por otro lado, en forma paulatina, se produce el “despertar” del interés sexual, un aumento en la frecuencia de las erecciones y la adquisición de la capacidad eyaculatoria. El cuerpo transforma parte de la testosterona en otra hormona, el estradiol. Es esta última hormona la encargada de provocar la maduración de los huesos y la responsable directa del gran crecimiento corporal que sucede durante la pubertad. En las niñas, el inicio de la pubertad se pone en evidencia por la aparición del botón mamario (evento conocido como telarca). Este hecho refleja el aumento de una función ovárica clave durante la pubertad: la producción de estradiol, principal hormona involucrada en el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios en el sexo femenino. Conforme aumenta la capacidad de producir estradiol, suceden en forma progresiva los cambios físicos de la pubertad en niñas: aumento del tamaño y trofismo de las mamas, cambios en la pigmentación y disposición de las aréolas y pezones, aumento de las dimensiones del útero, modificaciones de la mucosa de la vulva, etc. Los ovarios también producen testosterona, hormona encargada de la aparición del vello corporal. Los conceptos generales descriptos para varones relacionados al despertar del interés sexual y del crecimiento corporal durante la pubertad, son extrapolables a las niñas. El hecho que marca la última etapa de la pubertad en las niñas es la primera menstruación, evento conocido como menarca. A partir de este momento, transcurrirá un período de 2-3 años aproximadamente hasta que el organismo adquiera la coordinación necesaria en la liberación de las distintas hormonas sexuales para lograr la regularidad menstrual mes a mes.
Normalmente, el reloj biológico hace que la inmensa mayoría de los niños haya iniciado la pubertad antes de los 14 años (volumen testicular ≥ 4 ml) y las niñas antes de los 13 años (telarca). La ausencia de signos puberales a las edades respectivas para cada sexo se conoce como retraso puberal. Esta situación se presenta en 2 de cada 100 varones aproximadamente y es mucho más frecuente que en las niñas. Existen distintas causas de retraso puberal. Algunas de ellas suponen una situación benigna y transitoria en las que el momento del inicio de la pubertad está retrasado (retraso constitucional del crecimiento y desarrollo). Otras implican situaciones que comprometen la salud en general y en forma secundaria el comienzo de la pubertad (enfermedades crónicas, tratamientos prolongados y/o agresivos, desnutrición, deprivación psicoafectiva, entre otras). Para este segundo gran grupo de causas de retraso puberal, es esperable el inicio/consecución de la pubertad una vez resuelta la causa primaria que afectó la salud. Finalmente, el retraso puberal puede suceder por una disminución, ausencia o falta de producción de las hormonas hipotalámicas (LHRH), hipofisarias (LH/FSH) o gonadales (testosterona/AMH/Inhibina B en los varones o estradiol/AMH en las niñas), situación que se conoce como hipogonadismo. Cada uno de los escenarios planteados para el retraso puberal, puede requerir una exploración minuciosa de los antecedentes personales y familiares, análisis de laboratorio (generales y hormonales específicos), radiografías particulares (como la que permite calcular la edad ósea) y, según el caso, tratamientos hormonales que permitan lograr el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios en forma similar a los pares por edad y sexo.
En síntesis, nuestro reloj biológico desencadena una sucesión de eventos extremadamente complejos, que puede alterarse por múltiples situaciones. En la enorme mayoría de la población infantil el mecanismo funciona normalmente, pero en ocasiones es inexacto.
Autor: Sebastián Castro
Grupo: Fisiopatología y clínica del Desarrollo Gonadal
Editores: Mariana Tellechea, Héctor Jasper, María Noel Galardo, Ana Chiesa, Patricia Pennisi
Consejo Editorial "CEDIE y Sociedad"
* Imagen meramente ilustrativa. No se pretende infringir derechos de autor.