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Doctora… ¿mi hijo tiene tiroides?

Por María Eugenia Masnata


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Sin lugar a dudas, esta es una de las preguntas más frecuentes a las que nos enfrentamos los pediatras y endocrinólogos infantiles en el consultorio. La respuesta generalmente es: ¡Si! Salvo raros casos en los cuales la glándula tiroides no se desarrolla durante el periodo fetal y produce lo que conocemos como hipotiroidismo congénito (entidad que afortunadamente hoy en día se diagnostica en forma temprana y tiene un tratamiento disponible, con excelente pronóstico evolutivo), los niños tienen tiroides. Seguramente, lo que esta madre o padre desea conocer es si la tiroides de su hijo funciona adecuadamente y si es posible que esta glándula no cumpla con su función como corresponde durante la infancia y adolescencia. Esto es posible y es importante considerarlo, teniendo en cuenta que la función normal de la tiroides es fundamental para el adecuado crecimiento y desarrollo en este grupo etario.

 

Figura 1: la glándula tiroides cumple funciones primordiales para el desarrollo y buen funcionamiento de varios órganos y sistemas durante el desarrollo prenatal y durante la infancia y adolescencia, que se extienden en la vida adulta.

¿Y cuáles son los trastornos tiroideos que pueden aparecer en esta etapa de la vida? La tiroides puede trabajar más de lo habitual (hipertiroidismo) o menos (hipotiroidismo). En ambos casos las causas pueden ser muy variadas, pero la más frecuente es la generación de productos del sistema inmune, los anticuerpos, que atacan a la propia glándula, por lo que se llaman autoanticuerpos, y llevan a la inflamación de la misma; este proceso a veces es hereditario. Hay ciertos signos y síntomas que deben alertar a los pediatras y/o padres para pensar en estas patologías. El hipotiroidismo puede manifestarse en forma solapada, lenta e inespecífica con, por ejemplo, falla en el crecimiento o mal rendimiento escolar, lo cual puede retrasar el diagnóstico en años si no se lo sospecha; otras veces puede hacerlo en forma más florida con cansancio, constipación, piel seca, caída de cabello, etc. En este contexto suele surgir otra consulta: "Mi hijo engorda, ¿será la tiroides?" Vale la pena destacar que el hipotiroidismo no es causa de sobrepeso ni de obesidad. Por su parte, el hipertiroidismo suele asociarse a hiperactividad, diarrea, descenso de peso, palpitaciones, temblor, aumento de la velocidad de crecimiento, entre otros. En ambos casos puede aparecer una tumoración en el cuello por aumento del tamaño de la glándula, conocida como bocio. Esta puede ser visible, palpable o detectarse por ecografía.

El diagnóstico se confirma realizando dosaje de hormonas (TSH, T4, T4 libre, T3) y en ocasiones autoanticuerpos (antiperoxidasa, antitiroglobulina, anti receptor TSH o Trab) en una

muestra de sangre. Pueden solicitarse imágenes para conocer la anatomía glandular, siendo la ecografía la técnica más utilizada.

Hay tratamientos disponibles para estas entidades. En el caso del hipotiroidismo, la función tiroidea es reemplazada con la administración por boca de hormona tiroidea (levotiroxina). Para el tratamiento del hipertiroidismo se opta por el uso de fármacos antitiroideos como en metimazol o se recurre al Iodo radioactivo o la cirugía, según cada caso. Estos tratamientos siempre son indicados por un especialista en la materia, quien realizará también el control evolutivo. Una última inquietud frecuente… ¿debemos chequear la función tiroidea en forma rutinaria en la infancia y adolescencia? Definitivamente no. Serán los signos y síntomas del paciente, sus antecedentes personales y familiares y la evolución de sus controles clínicos, los que orientarán al pediatra de cabecera a solicitar dicho estudio y/o eventualmente derivar al endocrinólogo infantil.

Para recordar: la glándula tiroides participa activamente en el crecimiento y desarrollo de los niños y adolescentes y su acción es importante. Siendo tan amplio el abanico de manifestaciones, debido a que tiene muchas y variadas funciones en todo el organismo, la sospecha clínica de patología tiroidea es fundamental para lograr un diagnóstico temprano y poder intervenir oportunamente.

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