CEDIE y sociedad: Espacio de Divulgación Científica a la Sociedad

La importancia del microambiente tumoral: Nuevos roles protagónicos para antiguos actores de reparto.

Por Ayelen Martin


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Cuando miramos una película o leemos una novela, generalmente resulta fácil identificar cuáles son los personajes protagónicos: todo trata de ellos, la trama gira alrededor de sus historias y es de los que más información tendremos durante su desarrollo. ¿Pero qué pasa con los personajes secundarios? ¿Qué pasaría si los actores de reparto no estuvieran allí aportando a los diferentes escenarios y ayudando al autor a desarrollar la historia que quiere contar? Sería realmente un trabajo muy difícil, por no decir imposible.

Una cosa similar ocurre con el cáncer: Los tumores se originan a partir de células normales de nuestro cuerpo que acumulan cambios en su material genético, llamados mutaciones, para dar lugar a células malignas, a las que llamaremos células tumorales. Históricamente el estudio de los tumores se basó en tratar de entender cómo surgen y se multiplican estas células, situándolas en el lugar de protagonistas de la historia. A raíz de diversas investigaciones se llegó a la conclusión que todas las células tumorales adquieren determinadas características comunes, independientemente del tejido normal de origen. Estas características son, por ejemplo, la capacidad de replicarse ilimitadamente, de evadir la muerte celular y de generar señales de proliferación sostenidas que les permiten dividirse perpetuamente y sin control.

Sin embargo, con los años, los investigadores se fueron dando cuenta de que los tumores no son estructuras formadas exclusivamente por células tumorales, sino que éstas conviven con otros tipos celulares que les proveen soporte y nutrición. Una vez que estas “otras células” fueron puestas en evidencia, con el rol de actores de reparto de la historia del cáncer, todos los componentes del tumor excepto las células tumorales pasaron a ser denominados el "microambiente tumoral".

Las células que residen en el microambiente tumoral son diversas. Dentro de las mismas encontramos a las células endoteliales, encargadas de formar los vasos que abastecen de nutrientes a los tumores. Estos vasos, una vez establecidos también funcionan como vías para la migración y diseminación de células tumorales hacia sitios distantes del foco inicial. Otras células son los fibroblastos, encargados principalmente de sintetizar los componentes de la base o soporte estructural que contiene a todas las células del tumor, conocida como “matriz extracelular”. Un tercer grupo es el de las células del sistema inmune, encargadas de generar una respuesta inflamatoria asociada al tumor con características tanto pro- como anti-tumorales. La diversidad de células del microambiente tumoral permite crear distintos escenarios dependiendo del tumor del que se trate, variando la cantidad y actividad de personajes secundarios en escena para contar múltiples historias.

Pero por supuesto, al igual que en una obra de teatro o una novela, para que la historia del cáncer esté completa debemos considerar la interacción entre los distintos personajes: células tumorales y células del microambiente tumoral. Este diálogo específico se da a través de compuestos solubles secretados por todas ellas. Muy importantes dentro de estos compuestos son los factores de crecimiento, que desempeñan múltiples funciones favoreciendo la supervivencia y proliferación celular, estimulando la migración e inhibiendo la muerte celular programada o “apoptosis”. Por otro lado, para poder seguir la conversación y responder a los “mensajes” de los factores de crecimiento las células deben tener, en su superficie, receptores específicos para cada uno de ellos.

En la historia del cáncer, las células del microambiente tumoral son “reprogramadas” para secretar hacia medio extracelular aquellos factores necesarios para estimular los receptores presentes en las células tumorales y de esta manera favorecer el aumento de tamaño y número de estas.  Por otro lado, las células tumorales también liberan compuestos que estimulan, por ejemplo, a los fibroblastos en la síntesis de los componentes de la matriz extracelular, o a las células endoteliales para la formación de nuevos vasos. Así, se establece un círculo virtuoso que favorece al tumor que es determinante en el comportamiento, progresión y eventualmente la diseminación de la enfermedad. Todo esto destaca la importancia de pensar a los tumores como órganos complejos en los que es necesario un microambiente tumoral permisivo para que puedan desarrollarse satisfactoriamente.

La interacción entre todos los tipos celulares que forman un tumor no debe ser ignorada a la hora de interpretar resultados y de desarrollar nuevas estrategias terapéuticas. Esta idea nos lleva a replantearnos el lugar de actores de reparto de las células del microambiente sin las cuales sería imposible narrar de manera correcta la historia del cáncer. Quizá sería mejor pensar a la enfermedad como una obra coral, en la que las distintas voces interaccionan y se unen para lograr una sinfonía conjunta y perfecta.

 

* Diagrama ilustrativo de los componentes de un tumor sólido, representado las células tumorales y las del microambiente del tumor.